Redacción en colaboración con el Imserso
Dentro de su Programa de Acciones Formativas, el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), dedica jornadas específicas a las distintas problemática de las personas mayores, que el espacio Madurez I+D / Edad y Prevención, dentro del portal Madurez Activa ha querido recopilar y difundir por su interés e importancia para la investigación dedicada a la prevención y al envejecimiento activo en la Dependencia.
Estos tres ejes que encabezan el resaltado resaltan la necesidad de trabajar en la Soledad en las personas mayores y su tipología, en el envejecimiento activo en los municipios de menos de dos mil habitantes, y en la violencia de género y maltrato hacia las mujeres mayores.
Vivir solo no es siempre sinónimo de sentirse solo. La soledad en las personas mayores, sin embargo, va en crescendo y muchos de ellos se reafirman en su sentimiento de soledad, soledad en muchos casos no buscada, porque cuando es buscada uno no se siento solo.
En la jornada que le dedicó el Imserso a la Soledad en las Personas Mayores, se reflexionó y debatió sobre la soledad y sus tipologías, así como las maneras de paliarla, y puso en marcha el programa “Cerca de ti”. Las conclusiones más destacadas son las siguientes:
Consciente de esta problemática, el Imserso ya publicó en 2004 el “Premio Infanta Cristina” de investigación dedicado a la Soledad bajo el título “Personas mayores viviendo solas. La autonomía como valor en alza”, de Juan López Doblas. Un informe que sigue teniendo actualidad en el presente.
Aislamiento, retraimiento social y limitación de la autonomía son algunos problemas característicos de las personas mayores y personas dependientes que viven en municipios de menos de 2.000 habitantes. Proporcionar mejores servicios y facilitar más información sobre iniciativas y buenas prácticas pueden contribuir al desarrollo rural, frenar el éxodo a las grandes ciudades y aumentar su calidad de vida.
Un tercio de las personas mayores de 65 años que habitan en España (el 27,4%) viven en pueblos de menos de 2.000 ciudadanos o en hábitats intermedios. Entre las principales ventajas de vivir en un medio rural están el ambiente tranquilo y el apoyo social –mucho más arraigado que en las grandes urbes–, mientras que las principales desventajas son la escasez de servicios y los problemas de accesibilidad a algunos centros y servicios.
Además, habría que añadir otros problemas que se han generado en los últimos tiempos como la reducción del empleo, la falta de emprendedores, el éxodo a las grandes ciudades, el despoblamiento y la soledad.
Es otras de las problemáticas importantes –y a veces invisibilizadas- que ha preocupado al Imserso para conocer sus claves y encontrar soluciones. El proceso natural de envejecimiento lleva consigo situaciones de fragilidad y dependencia, tanto funcional como emocional, dando lugar a que, las personas mayores puedan convertirse en víctimas de malos tratos y violencia incluso en su propio entorno familiar.
Según previsiones de la OMS (Regional Office for Europe 2011: VIII), el número de casos de maltrato en las personas mayores puede verse incrementado en el futuro, teniendo en cuenta que muchos países experimentan un rápido envejecimiento de su población cuyas necesidades no podrán ser fácilmente atendidas debido a la limitación de los recursos existentes.
Los estereotipos y actitudes negativas hacia los mayores constituyen, sin duda, un caldo de cultivo para el abuso y la violencia en nuestra sociedad, convirtiéndose en un grave problema que resulta muy difícil de abordar dado el miedo de las personas mayores a denunciar a personas de su entorno familiar, residencial o institucional de los que dependen su cuidado y su supervivencia. Esta situación se incrementa notablemente en el caso de las mujeres mayores que se convierten a menudo en víctimas de violencia física, psicológica o económica muy asociada a la discriminación no solo por razón de género sino también de edad.
Evitar las situaciones de maltrato, abuso o violencia hacia los mayores, tanto en el entorno familiar como en el institucional, puede ser una de las claves para abordar este importante problema social tan difícil de detectar. Se hace necesario desarrollar estrategias de prevención que permitan a las personas mayores vulnerables disfrutar de un envejecimiento digno y saludable. Estas estrategias deberían incluir medidas integrales encaminadas a la sensibilización social, formación de cuidadores formales e informales, elaboración de protocolos y guías o creación de servicios de detección y apoyo.
En las jornadas tituladas “Aspectos claves en la prevención del maltrato hacia las mujeres mayores”, el Imserso demuestra la necesidad de este tipo de formación especializada de los colectivos profesionales que intervienen en casos de violencia de género, ante la importancia de una mayor sensibilización social sobre la magnitud de la violencia de género entre las mujeres mayores de 65 años, con la finalidad de dotar de herramientas para su detección y posible intervención.
Las circunstancias personales y sociales de las mujeres mayores de 65 años le hacen ser un grupo con un mayor “riesgo de sufrir violencia de género o bien tener mayores dificultades para salir de ella”. Según los profesionales participantes en las jornadas de formación, “las situaciones de convivencia prolongadas con el agresor llevan a la cronificación y normalización de la violencia de género”, por lo que “la denuncia no siempre resulta fácil en estas situaciones y a la ruptura del silencio para estas mujeres, se opone su aislamiento, la falta de apoyo por parte del entorno y la mayor dependencia económica con el agresor”.
Desde las instituciones públicas se trabaja en lograr un mayor acercamiento a las mujeres mayores a través de las actividades que desarrollan en su vida cotidiana y desde los lugares que visitan de forma habitual, como los centros de atención primaria y las oficinas de farmacia.
Otra de las claves para descubrir el maltrato es conocer el perfil del mayor maltratado: un abuso que generalmente se da en el ámbito del cuidado familiar, en una mujer mayor de 75 años, aislada socialmente y que recibe un maltrato por parte de su pareja sentimental. Según los expertos, las consecuencias tras los abusos conllevan “una peor salud objetiva y subjetiva. La mujer aumenta sus problemas de salud e incrementa la utilización de fármacos y medicación”. Además, “los maltratos producen un gran impacto en la identidad personal de la víctima, disminuyendo su autoestima y su valor como persona. Aparecen los sentimientos de culpabilidad y surgen dificultades para revelar lo que están viendo a diario”.
En este sentido, se agrava aún más el problema en un grupo especialmente vulnerable como son las mujeres con discapacidad y dependencia; se incluye la situación de mujeres inmigrantes, mujeres en el ámbito rural, o mujeres españolas residentes en el extranjero, entre otros casos.
Dónde y cómo se producen las situaciones de negligencia, abusos y maltrato hacia la mujer mayor son claves importantes que necesitan de investigación, apoyo y sobre todo, concienciación: “hay que crear conciencia de esos fenómenos en el público mayor”, subrayan los profesionales participantes, “las mujeres de edad corren más riesgo de ser objeto de maltrato físico y psicológico, sobre todo, debido a las actitudes sociales discriminatorias”. Hay que tener en cuenta que ocho de cada diez personas maltratadoras son hombres, y suele ser un familiar cercano a la víctima”. De hecho, según los datos que maneja el Imserso, en el 30% de los casos es el cónyuge y en más del 50%, el hijo. Estas estadísticas demuestran que el agresor “suele depender económicamente de la víctima y acostumbra a ser consumidor de alcohol”, y diferencia el tipo de abuso del agresor en función de si este es hombre, “que suele cometer maltrato físico” o mujer, “que suele cometer negligencia o abandono, generalmente por sobrecarga de trabajo”.
Desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, se describen unos sencillos indicadores para saber cuándo estamos ante una víctima de malos tratos:
Las jornadas de formación del Imserso también ha dado luz sobre la necesidad de visibilizar este problema para que no pase desapercibido. Para ello, es de una importancia capital que “la propia víctima sea capaz primero de identificar el problema”. Después, según los expertos, “debe conocer también los recursos que están a su disposición para prevenirlo”. Este último apunte, el de la concienciación, “debe extenderse al resto de la sociedad, para que sea consciente de cómo ha de afrontarse este tipo de abusos a mayores”.