Mayores del nuevo milenio II: Uno Mismo ahora

Articulo

Por Isabel Cabetas Hernández, Doctora en Psicología, escritora e investigadora del mayor

 

  • El reconocimiento de Uno Mismo requiere al individuo entender su pasado (raíces), su presente (para afrontarlo) y su futuro (cómo vivirlo)
  • Actualmente no se valora que si lo nuevo es necesario, también lo es lo ya adquirido por el trabajo de los mayores y su experiencia
  • Hay personas mayores que ya quieren dar una nueva imagen social, conscientes de que la mirada de otros les recalifica.

 

Este artículo continúa la reflexión iniciada en el artículo titulado “El pasado de Uno Mismo”. Se retoma la reflexión de considerar que “el reconocimiento de Uno Mismo requiere al individuo entender su pasado, raíz de su constitución, su presente para entender cómo puede afrontarlo y su futuro cercano o presente-continuo, para entender cómo y para qué vivir”.

 

Vayamos analizando estas tres instancias: pasado, presente y futuro del Sí mismo, para entendernos a nosotros mismos. Una vez revisado el pasado en el anterior artículo, nos detendremos en “el aquí y el ahora”.

 

  1. Uno Mismo Ahora

 

Tomémonos el pulso con sinceridad que puede sorprendernos. La gestión de las emociones en momentos difíciles nos abre a una buena socialización, proporciona seguridad en el contexto, sentimiento de competencia social e integración. El niño que no ha iniciado este proceso de forma positiva puede más tarde verse afectado por la carencia de habilidades sociales y por incapacidad para discriminar los momentos pertinentes de relacionarse. Aspectos verbales y no verbales, risa y postura corporal, fluidez de discurso, son la carta de presentación de un individuo cuando se pretende hacer un cumplido o dar una opinión sobre algún tema.

 

Los conflictos de existencia pueden robustecerle con una fortaleza interior desconocida si puede encontrar en sí mismo y fuera de él los recursos adecuados.

 

La deficiencia en habilidades sociales dificulta la gestión emocional, y nunca es tarde para adquirirlas o reconocer su falta para entenderse a sí mismo, intentando restaurar la relación básica con sus seres queridos de forma más adecuada.

 

Lo asimilado en los primeros años -y recuperado de algún modo en la tercera edad- facilita enfrentar a la persona mayor con la vida retomando su esencia, “siendo uno mismo”, pudiendo reaccionar ante cualquier situación con sentimiento de identificación y autoestima.

 

Con la edad puede haber ido cambiando la forma de afrontar conflictos. Si de la agresividad directa del adulto se ha sabido pasar a la persuasión y diplomacia, sabiendo ceder de manera oportuna y mantener constante el objetivo que se persigue, esto ha sido con frecuencia una aportación de años. Como dice la Dra. Fernández–Ballesteros, “de ningún modo la inteligencia es inamovible: se hace inteligencia al vivir (FDz-Ballesteros, R. et al, 1999).

 

La edad da un saber vivir que es un activo en la economía vital del mayor, un regalo-sorpresa inesperado que dan los años: “Pesan los años”, pero también aligeran por saber vivir y sorprenden. La experiencia de vida facilita al mayor reconocer cuándo se equivoca en un proceso de la vida, y le da capacidad tanto para aprender algo que surja nuevo, como para “desaprender” sus experiencias o conocimientos erróneos. En buena evolución cambia habilidades de otros tiempos para enfrentarse a nuevos desafíos.

 

La sabiduría de la persona mayor es real cuando se reconoce ante la vida en continuo aprendizaje, y es capaz de asumir si es necesario un cambio de paradigma, modelo, teoría, percepción, supuesto o marco de referencia. En revelación o “insight” profundo habrá de abandonar ideas o planteamientos fijos, como vivir en pareja cuando en ese momento la vida no lo facilita, o bien recomienda considerar básica la salud de ciertos órganos si su fisiología lo hace difícil. Esto remueve sus cimientos pero facilita su evolución y “envejecimiento vital”, su sabiduría y su experiencia.

 

Para auto percibir la propia y actual básica salud psíquica de forma puntual “aquí y ahora”, propongo rellenar un cuestionario de reconocida validez, fiabilidad y consistencia interna elaborado por el psiquiatra Daniel Goldberg en 1972 y usado en España desde 1986. Es un cribado de trastornos psiquiátricos menores a partir de los 15 años.

 

Servirá como termómetro orientativo personal el baremo que refleja el estado individual de ansiedad-depresión. Seamos sinceros al rellenar este “termómetro” que siempre nos ayudará al reconocimiento de nuestro bienestar psíquico actual.

 

Cuestionario de Salud General GHQ 12 de Goldberg

Goldberg, D. (1978)

Nos gustaría saber si usted ha tenido algunas molestias o trastornos y cómo ha estado en las últimas semanas. Por favor conteste a TODAS las preguntas poniendo una cruz sobre las respuestas que a su juicio se acercan más a lo que siente o ha sentido. Recuerde que queremos conocer los problemas recientes y actuales, no los que ha tenido en el pasado.

Calificación de Respuestas:

  1. Igual que habitualmente (Valor 0)
  2. Algo peor que habitualmente (Valor 0)
  3. Peor que habitualmente (Valor 1)
  4. Mucho peor que habitualmente (Valor 2)

Ponga el número de la respuesta elegida en cada pregunta

En las últimas semanas:

  1. Ha podido concentrarse bien en lo que hacía?
  2. Sus preocupaciones le han hecho perder el sueño?
  3. Ha sentido que está jugando un papel útil en la vida?
  4. Se ha sentido capaz de tomar decisiones?
  5. Se ha notado constantemente agobiado o en tensión?
  6. Ha sentido no poder con las dificultades?
  7. Ha sido capaz de disfrutar de actividades diarias?
  8. Ha sido capaz de hacer frente a sus problemas?
  9. Se ha sentido poco feliz y deprimido?
  10. Ha perdido confianza en sí mismo?
  11. Ha pensado que Ud.no vale para nada?
  12. Se siente feliz en sus circunstancias?

Damos valores 0, 0 ,1 y 2 a cada columna. La suma total oscilará entre 0 y 24. El umbral en 5.

 

Es frecuente que la persona mayor que cumplimenta el cuestionario Goldberg obtenga una calificación superior a 5, que supone un elevado estado de su ansiedad-depresión. Ahora bien: a todo ser humano le importa la consideración social que de él se hace, su identidad y autoestima se nutre del espejo social en que se ve reflejado. Hoy por hoy, en España, y desde hace muchos años, hemos de reconocer que el mayor está infravalorado en su identidad social. Esto puede repercutir en su malestar.

 

2. Prejuicios Sociales sobre las Personas Mayores

 

Si el mayor se ve reflejado por la imagen que de él tiene la sociedad es posible que en España no reciba una valoración satisfactoria debido a los prejuicios colectivos por revisar, pues no parece incorporada la realidad actual de que el mayor es hoy un capital humano eficiente.

 

Un reciente estudio de imágenes de la vejez sobre una población española mayor de dieciocho años en una muestra representativa refleja que una mayoría considera que las personas mayores “son incapaces de aprender”, “resuelven peor los problemas”, “son peores en el trabajo” y “tienen más accidentes” que los jóvenes (FDZ. Ballesteros, J., Díaz, N. y Salas, M. 2009).

 

La palabra persona mayor con frecuencia se denigra. Sin embargo, hoy la Neurobiología muestra que pueden surgir diariamente unas quinientas neuronas en el hipocampo, región del cerebro fundamental en la conformación y recuperación de la memoria, en mayores de setenta años con salud adecuada (no tantos como los más jóvenes pero más que nuestros padres a esa edad) que facilite la regulación de los niveles sanguíneos de corticoides (FDZ. Soriano, J. 2010). Es hora de conocer mejor el funcionamiento mental y cambiar estereotipos viejistas de que: “aprender es cosa de jóvenes”.

 

Envejecer en España y buena parte del mundo desarrollado constituye aún un fracaso social productivo y una pérdida de densidad en la red social. Se hace urgente encontrar cauces de inclusión social del mayor, favorecer la consolidación de vínculos y promover nuevas formas de presencia (Martínez, N. et al, 2009).

 

En nuestra cultura la vejez aún se considera esencialmente un estorbo y una carga social y familiar. No se valora que si lo nuevo es necesario, también lo es lo ya adquirido por el trabajo de los mayores y su experiencia. España, mejor antes que más tarde, y debido al fenómeno mundial de la aparición del mayor como nuevo grupo social, terminará entendiendo y consiguiendo la integración social del mayor.

 

El simple modo de vestir nos hablará de la consideración social de los mayores, en España o en cualquier lado del planeta. Cuando el mayor se siente integrado socialmente hasta en el vestir muestra su bienestar y deseo de hacerse visible y atractivo, en sintonía con su edad.

 

Conrad Lorenz, etimólogo, nos recuerda que cuando la gente mayor viste de forma similar y anodina es porque teme ser advertida y despertar sentimientos de hostilidad. Todavía en nuestra sociedad ser mayor se vive con vergüenza, pero no siempre: hay mayores que ya quieren dar una nueva imagen social, conscientes de que la mirada de otros les recalifica. Las nuevas tecnologías ayudan a mostrar un cuerpo diferente. Y esa misma mirada social la emplean al percibir un cambio histórico revolucionario, como son los concursos de belleza en la tercera edad, donde las canas constituyen una nueva promoción estética y erótica, hasta tal punto que las revistas de moda y estética de 2010 lanzan modelos de cabeza muy jóvenes donde el pelo blanco se considera atractivo.

 

El hombre a cualquier edad se realiza como ser individual y social. La presencia social del mayor asciende notablemente en el presente continuo del mundo, por lo que el poder y la nueva representación social de los mayores es cada vez más notable.

 

Ser mayor es compatible con la utilidad y la belleza. Conviene que la sociedad española cuanto antes trate de integrar y comprender la realidad social del mayor, pues al paso que crece la población mayor de sesenta y cinco años en el mundo desarrollado, el primer mundo acabará en un futuro próximo siendo un gigantesco asilo o una gran revolución del mundo de los mayores: todo depende de cómo se integre al mayor en cada sociedad. Hoy uno de cada dos recién nacidos tiene una esperanza de vida de cien años (De Hennezel, M. 1999).

 

En EEUU la Asociación de Jubilados tiene quince millones de socios cotizantes, y el capital de sus pensiones supera el de cualquier multinacional. Su revista, “Madurez Moderna”, con dieciocho millones de ejemplares, supone una tirada superior a cualquier otra revista norteamericana. Está pues ya lejos de ver al mayor como hoy todavía se ve en España: tan sólo una carga social (Miret, M. 2003).

 

Quizás en el “mejor adaptarse” de la mujer española a la pérdida de consideración social por jubilada influya su mejor “saber renunciar” que tiene desde niña, y que Freud destaca al describir los procesos evolutivos del niño y la niña durante su estructuración edípica. Freud indica que desde muy pronto la niña y el niño tienen como primer objeto amoroso a la madre. Y para llegar a la elección amorosa heterosexual (la más generalizada) de adultos, el niño no ha de cambiar de sexo en su objetivo, pero la niña sí. El padre será la figura identitaria del niño, y su futura pareja heterosexual tendrá identidad de género en su primer objeto de amor: la madre. La niña tiene un recorrido más difícil: ha de identificarse en género con la madre y renunciar a lo femenino como objeto sexual amoroso para elegir a alguien del otro sexo al que admire de forma similar a cómo admiró al padre.

 

El varón mayor reacciona con mayor dificultad a la pérdida de consideración social por jubilado. Quizás la mujer ya se ha acoplado a vivir en desigualdad social durante años anteriores, por lo que a los setenta años puede recuperar más fácilmente el placer de la amistad que vivió desde su niñez o adolescencia, y reemplaza mejor que el hombre las amistades perdidas. Al varón, que ha hecho del trabajo el centro de su vida, le cuesta más al jubilarse entablar nuevas relaciones.

 

Pretendemos en estas consideraciones sobre los mayores alejarnos de tanto prejuicio catastrófico sobre la vejez, enunciado por personalidades notables. También disentir de escritos actuales disfrazados de optimismo. Y sí transmitir con vitalidad y coherencia esta realidad que por primera vez aparece en la historia, gracias a los avances científicos: la entrada en años puede ser una oportunidad de vivir. Las experiencias a través del tiempo quedan inscritas como huellas cerebrales, en forma de significaciones inconscientes de complejidad creciente.

 

A lo largo de la vida las primeras impresiones se van integrando en engramas cada vez más complejos. La plasticidad neuronal nos puede dar con la edad la posibilidad de reorganizar las experiencias de la vida adulta y descubrir nuevas formas de entender y modificar nuestras percepciones. (FDZ. Soriano, J. 2010).

 

Bibliografía y Fuentes

Bibliografía

  • FDZ-Ballesteros et al.(1999). Qué es la psicología de la vejez. ED. Biblioteca Nueva.
  • Goldberg, D. (1978) Cuestionario de salud general GHQ 12.Windsor NFER.

Fuentes

  • Cabetas, I (2011).El futuro es hoy. Madrid. Grupo editorial siglo XXI. Biblioteca Nueva.
  • DE HENNEZEL,  M. (2009). La suerte de envejecer bien. Barcelona: Editorial Plataforma.
  • FDZ-Ballesteros et al.(1999). Qué es la psicología de la vejez. ED. Biblioteca Nueva.
  • FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, R. DÍEZ NICOLÁS, J. SALAS, M (2009).  Rentable para Hacienda, bueno para la salud. Periódico El País. 15-8-09.
  • FERNÁNDEZ SORIANO, J. (2010). Lo que el Psicoanálisis puede aportar a las Neurociencias. Revista de Psicoterapia y Psicosomática, 75, 79-92.
  • Goldberg, D. Cuestionario de salud general GHQ 12.Windsor NFER. Publishing 1978
  • MIRET, M. E. (2003). Cómo ser mayor sin hacerse viejo. Barcelona: Editorial Espasa Calpe.