Claves para comprender la iniciativa local organizada. “El asociacionismo”: ¿una alternativa o una estrategia?
Relato de una experiencia de trabajo social comunitario. Por José Tomás Diestre Mejías. Trabajador social y dinamizador comunitario en el ámbito de asociacionismo y mayores
Si de común acuerdo apostamos por la construcción de una ciudadanía activa a través del empoderamiento de los sectores, el colectivo de personas mayores dispone de condiciones, actitudes y aptitudes adecuadas para tener presencia en nuestra sociedad.
Lejos de dinámicas que tienden a la pérdida de identidad, sustitución de roles de referencia o posibles riesgos de aislamiento y exclusión social del colectivo de los mayores debemos impulsar conjuntamente procesos dinamizadores que no limiten sus posibilidades ni potencialidades. Es por ello que debamos estar comprometidos de forma común en una tarea de revitalización de roles activos de las personas mayores.
Los cambios socioeconómicos son comunes en el ámbito local y también a su tejido asociativo independientemente sea su carácter. Hay que admitir también los continuos flujos de información en diferentes espacios y contextos socio-culturales que proporcionarán configuraciones específicas.
La experiencia de vida acumulada, la capacidad para afrontar situaciones de conflictos socioeconómicos y la propia perspectiva de vida son, entre otros, valores a considerar. Si a ellos le unimos la propia identidad cultural y modelos propios de organización social que posee cada localidad podemos decir qué existen recursos suficientes para proponer iniciativas organizadas, propuestas reales de transformación social.
Grupos promotores
Todo ello es posible si existe una voluntad compartida entre los propios colectivos, agentes sociales y técnicos, además de los representantes políticos, y así poder constituir grupos promotores capaces de trabajar conjuntamente y proponer acciones encaminadas a transformar realidades obsoletas o procesos de estancamiento social.
La participación constituye una de las claves para alcanzar este objetivo y tal vez por ello requiere una mayor profundización en cada uno de los elementos que en ella intervienen y cuáles son los factores que la determinan. La labor desarrollada desde el ámbito de los Servicios Sociales Comunitarios, sin duda, contribuye a considerar este aspecto de la realidad social. Algunos objetivos perseguidos, entre otros, son la estimulación de la participación y para ello se posibilitan espacios de encuentro de diverso tipo: intergeneracional, interpersonales e interasociativos (de dimensión local y también comarcal).
Estas situaciones permiten apreciar procesos de adaptación entre las propias asociaciones. Cada formación social necesita identificarse socialmente y ser reconocida. Tal es así que se adoptan por parte de quienes lideran las mismas, un conjunto de propuestas e iniciativas que legitiman y refuerzan su protagonismo social.
Al mismo tiempo, la integración de nuevas realidades sociales y económicas suponen la reivindicación de estos grupos a tener un espacio de participación en el que poder expresarse e identificarse socialmente. El esfuerzo para re-orientarse y re-definirse es notable, y además existe la necesidad de disponer de válidos interlocutores, cuyas habilidades personales y aceptación de la propia colectividad permita una mejor visibilización de sus planteamientos. Estos recogen propuestas, opiniones y exigencias para ser reconocidos en la comunidad.
Canales de comunicación
Todo ello hace que se activen los canales de comunicación, se constaten redes reales de autoayuda y se produzcan además otros procesos participativos de carácter más inherente, y que tienen que ver con otros espacios de sociabilidad que cada municipio posee: identidad e identificaciones colectivas.
El conjunto de acciones emprendidas entre las diferentes partes que integran los grupos promotores revierte en el propio fortalecimiento del tejido asociativo en general, que inevitablemente se traduce en una optimización de los recursos sirviendo de referencia aquella iniciativa o experiencia llevada a cabo por cualquiera de las entidades asociativas existentes. Este ejercicio de “auto observación colectiva mediada” se manifiesta tanto a nivel local como en otras realidades vecinas con diverso recorrido y naturaleza asociativa (ámbito comarcal).
Estos modelos participativos forman parte de un proceso en constante construcción que, en última instancia, pueden permitir mejorar su calidad de vida y también afrontar conjuntamente períodos de complejas situaciones socioeconómicas.
Sea o no una estrategia adaptativa, lo que sí parece evidente es que el sentido de pertenencia a una colectividad afianza más los propios intereses. La necesidad de contrastar y poner en común ofrece mayores posibilidades de crecer y mejorar, además de ser una opción más rentable (concepto éste entendido en términos de esfuerzo).
Complicidad común
Esta conciencia de grupo o colectividad trasciende más allá del ámbito asociativo, ya que existe complicidad desde el ámbito institucional en la mayoría de las situaciones. La corporación local en su conjunto no puede desligarse de este circuito de intercambios y comunicación pues, aun siendo estructuras o entidades autónomas, necesitan de un compromiso de apoyo desde el ámbito político. Tal es así que cualquier desencuentro o “bloqueo de comunicación” perjudica a ambas partes. Son relaciones de reciprocidad y que, en última instancia, revierten en el desarrollo y crecimiento social del propio municipio, sobre todo si los medimos en la mejora de los canales de comunicación y acercamiento de posturas y planteamientos.
La atención a los requerimientos de las Asociaciones de Personas Mayores debe formar parte de esos compromisos que se adoptan para el buen funcionamiento de la estructura social local. Estas garantías ofrecidas, además de contar con la aprobación y reconocimiento del colectivo, supone no descuidar a un importante sector de población que mucho tiene que decir al desarrollo del propio municipio por cuanto tienen el aval de la propia experiencia.
La base territorial o espacio físico también constituye un importante papel por cuanto es el escenario en el que se producen todo este conjunto de dinámicas sociales y que evidentemente es indisoluble al concepto de identidad pues se desarrollan de manera sistemática y constante patrones de comportamiento útiles para la construcción de ese sentido de pertenencia. Todo ello producirá procesos participativos de distinta naturaleza.
Esta espiral desemboca inevitablemente en una incesante participación ciudadana, no siempre explícita colectivamente aunque sí interiorizada a modo de discurso por cada uno/a de sus miembros, y que sí expresan en otros contextos como puedan ser la participación en actividades promovidas a nivel municipal desde los Servicios Sociales.
Asociacionismo y ámbitos de actuación
El devenir de los acontecimientos políticos y económicos y déficit en los recursos financieros ha puesto en evidencia otros recursos no menos significativos como son los culturales y sociales, que cobran un papel relevante en el diseño de iniciativas locales y propuestas de transformación social.
Podríamos calificar este hecho de “estrategia de adaptación para la transformación real y efectiva” pues ahora está suponiendo una oportunidad valiosa para mirarse a sí mismo/a y reorientar al tiempo que revitalizar las propias estructuras organizativas que desde una concepción endógena han venido funcionando a lo largo de los años.
La variable “territorio” tiene un importante peso en estudios de esta naturaleza y así se evidencia. La consciencia de pertenecer a un lugar hace que se produzcan y reproduzcan una serie de comportamientos sociales constituyendo además unos espacios para la participación y, tal vez, sean los momentos de dificultad lo que aún evidencian más esta realidad.
Es por ello por lo que surge mayor necesidad por encontrarse ya que es una oportunidad para posicionarse y también para construir colectivamente a través del intercambio y la reciprocidad.